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MEDICIONES EN EL TIEMPO/EFRÉN MIRELES ESTENS

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Generalmente los finales y principios de año, nos motivan a reflexionar sobre el tiempo transcurrido, viendo el pasado con añoranza, a veces con alegría y en muchas ocasiones con melancolía.

Conforme el ritmo de vida es más dinámico, nos va pareciendo que el tiempo camina más rápido, que los años nuevos llegan muy pronto.

Desde luego, el panorama que se perciba, será, “según el color del cristal con que se mire”, influyen muchos factores, principalmente de salud, así como del grado de prosperidad y otros elementos de muy diversa índole, como las relaciones personales o familiares y la situación laboral. También depende de la personalidad o valores de cada quien, para medir y aquilatar lo sucedido, dependiendo de la situación general y particular de ese momento.

Normalmente esas reflexiones son de ámbito personal o familiar, muy válidas, para tratar de ubicar el lugar y el momento de cada uno, pero pueden ser más amplias, por ejemplo, la situación de las ciudades, los estados, los países o el mundo.

Es muy amplio el panorama racional, pero también el imaginario o el supuesto, que se pueden analizar y por lo tanto, son múltiples los caminos y los objetivos que se llegan a encontrar.

Queda al ámbito personal los razonamientos que se hagan de la vida propia y de personas cercanas.

En este escrito, solo quiero hacer unas sencillas referencias a datos y cifras de lo que ha sido México en tres o cuatro generaciones, que pueden parecer muchos años para los jóvenes, pero contemporáneos para las mayores.

Por ejemplo:

La población de México en 1950 era de 26 millones, en 1970 llegaba a 49 millones y hoy sobrepasa los 126 millones de habitantes.

Las carreteras de México en 1946 tenían 18,000 kilómetros, en 1970, 70,000 y actualmente, más de 175,000 kilómetros.

La expectativa de vida de los mexicanos, en 1950 era de 40 años, en 1970, de 61 y ahora es de 75 años.

En 1920 había en México 8,171 escuelas, con 17,206 profesores y 670,000 alumnos. Para el 2020 ya había 232,876 escuelas, según informó el Secretario de Educación y 33 millones de estudiantes, 60.6% de la población de 3 a 29 años, según el INEGI.

Así podríamos seguir comparando datos sobre la evolución social y económica del país, pero la intensión es solamente buscar sencillas referencias sobre los cambios en la situación de vida de la población, podemos pensar en la variación del número de automóviles, de casas habitación, de aparatos de televisión, de teléfonos y tantos otros satisfactores de necesidades que antes eran muy escasos y muchos, hace relativamente pocos años, no existían.

No cabe duda, las cosas y la vida han cambiado mucho y las personas también, dependiendo de los factores económicos, sociales, culturales y educativos, la evolución personal y el estilo de vida van teniendo variación, que se puede medir a través de generaciones o en términos personales.

Otro ángulo de observación puede ser la administración pública y la vida política del país. Desde 1929 hasta el año 2000, solo gobernó en México un partido político, el PRI y del 2000 al 2021, ya han estado en el poder, 3 partidos diferentes, incluyendo otros 6 años del PRI.

Se reconoció el derecho a votar a las mujeres, hace 68 años, a partir de 1953 y la edad para adquirir la ciudadanía, cambió de 21 a 18 años en 1969, apenas hace 52 años, a raíz del movimiento estudiantil de 1968.

En el aspecto de “Valores Éticos y Sociales”, los cambios han sido drásticos, el respeto a las personas mayores, a los maestros y a las damas, está muy devaluado, entre otros valores de actitud, pensamiento y expresión.

En lo que respecta a la corrupción, las cifras que ahora se conocen son estratosféricamente altas, comparadas con las que se llegaron a saber de casos donde se combinó la administración pública y la política con los negocios, como fue la época del alemanismo y con otras administraciones de menor fama lucrativa, pero que en los tres niveles de gobierno se dieron y fue del conocimiento público, que se aprovecharon para hacer fortuna, con las honrosas excepciones que afortunadamente existieron.

En fin, sirva el cambio de año, para analizar la vida, personal, familiar y de la comunidad, a través del tiempo. Pero, sobre todo, para darle el valor que le corresponda al pasado, lo más objetivamente posible, considerar con claridad el presente y especular racionalmente el futuro. Cuidando lo propio y lo cercano, y respetando lo ajeno y lo lejano.