En el reino de Orión vivían pacífica y armoniosamente sus habitantes que subsistían del trabajo de la tierra. Su rey, Betelgeuse, era un hombre sabio. Él y su mujer, Mintaka tenían un hijo, el Príncipe Alnitak, que siempre andaba a caballo e iluminaba la cabeza de su corcel con la flama de su antorcha, siempre encendida.
Bellatrix criaba ganado para todo el pueblo y Alnilam cultivaba la tierra. Rigel era pescador en el Río Erídano que estaba en los límites del reino.
Pero cruzando el Erídano había una malvada bruja y los maldecía y les hacía hechizos malignos. Le enviaba lobos a Bellatrix que mermaban el ganado. Plagas y malas hiervas azotaban las cosechas de Alnilam. Rigel alcanzaba a ver a la malvada bruja cuando atravesaba el río.
Los pecados capitales de la ira, la envidia y el odio impregnaban a la población ante la escasez que aquella malvada bruja les hacía padecer. (Ya sé que el odio no es un pecado capital, pero debería serlo)
Ante aquello, los pobladores se hacían la guerra por lograr mayores porciones de alimento. Los reyes, Betelgeuse y Mintaka endurecían el cobro de tributos y la gente sufría más y más.
Pero todo eso era sólo por los hechizos de la bruja. Y de no ser por ellos, vivían en paz y armonía.
Un día los visitó el gran Telescopérnico. Era el poderoso justiciero. Todos corrieron a contarle de los terribles maleficios y de aquella malvada bruja. Los reyes le ofrecieron lo que pidiera a cambio de acabar con ella.
Telescopérnico se puso severo. (Igual que Francisco de Asís en aquel inmortal poema de Rubén Darío; Los Motivos del Lobo).
Salió al bosque rumbo al Erídano en busca de la bruja. Alnitak en su corcel se ofreció a ir con él.
La bruja sabía que iban en su busca y se hizo casi transparente para que no pidieran verla. Pero Telescopérnico la detectó y tras horas de seguirla pacientemente logró capturar su cabeza. Él y Alnitak habían acabado con ella.
Cruzaron el Erídano y volvieron al reino mostrando a todos la cabeza. Todo el pueblo coreó la victoria y agradecían a Telescopérnico y Alnitak aquella hazaña.
Los festejos comenzaron y todo el pueblo se reunió en el castillo. Comida para todos y bebida a borbotones. Siete días duraron los festejos en los que todos celebraban y bailaban alegremente. Volvían la armonía y la paz. Ya todos eran buenos amigos y vecinos. Sin embargo, Betelgeuse presentía que algo andaba mal.
Después de los siete días, todos estaban exhaustos y se fueron a sus casas y duraron otros siete días descansando, sabiendo que ya la malvada bruja no podía causar más daños.
Poco a poco fueron volviendo a sus labores y observaron con horror que el ganado había sido devorado por los lobos. Que las plagas y la maleza habían invadido las cosechas. Y todos vieron que ahora tenían menos que comer que antes. Volvían peor que nunca la ira, la envidia y el odio y la guerra se hizo más sangrienta que nunca.
Betelgeuse observó que los males del reino de Orión no venían de la Bruja del Erídano. Que, en realidad, ella no le había hecho mal a nadie. Y supo que el mal crecía en la propia gente, cuando actuaban con estupidez. Pero ya era tarde, ya habían matado a la bruja y nunca se atrevió a decirlo.
Bueno, ya estuvo de cuentos. La Cabeza de la Bruja es una Nebulosa de Reflexión. Es decir que no emite su propia luz, sino que refleja la que le llega de otras fuentes. Por eso es muy tenue y se necesitan exposiciones muy largas para lograr capturar sus detalles. En el caso de Su Servilleta, hubo que acumular tres horas y diez minutos la luz para que la Bruja, que, aunque no es malvada sí es muy tenue, pudiera quedar capturada en el sensor de la cámara.
Está en la Constelación Eridanus casi en la frontera con la de Orión, muy poquito al oeste de la estrella Rigel.
Fuimos a dispararle al observatorio de Monterreycillo que tiene Eduardo Hernández, director del Planetario de Torreón. Éramos él, el Capi Araiza y Su Servilleta. No atravesamos el Erídano, pero sí el Nazas. Hacía un frío de todos los judas, pero bueno, así es esto.
Espero que les gusten, cuento, información y foto.