“Sin embargo
se mueve.”
(Galileo)
Los investigadores del mundo de hoy recuerdan al eminente italiano, Galileo Galilei (fallecido hace 380 años), por haber revolucionado el método científico en una época de oscurantismo, mediante la comprobación detallada y comprobada de los fenómenos de la naturaleza, elaborando con ello leyes que no dejan lugar a dudas lo indagado.
Inventor del telescopio en 1609, mismo que “estrenó” el 7 de enero de 1610 en una noche clara y muy fría en su ciudad natal, Pisa, perteneciente al gran ducado de Toscana, para luego dejar sentado lo que observó toda esa noche:
“Observé toda la superficie de la Luna, llena de irregularidades (los cráteres y las elevaciones del suelo selenita). Los planetas tienen sus discos redondos; miro a Venus y a Mercurio, girando en torno al Sol, como todos los planetas, y al observar a Júpiter distingo tres estrellas brillantes (3 de sus 12 satélites). Las estrellas son como llamaradas de luz que arrojan rayos hacia todas partes (el resplandor de soles distantes), y la Vía Láctea no es más que una miríada de astros lejanos. Esta ha sido la noche más memorable de mi vida”.
Junto con el astrónomo alemán, Johannes Kepler, Galileo comenzó la revolución científica de su tiempo, misma que culminó con la obra del físico inglés, Isaac Newton.
Desde 1595 se inclinó firmemente por la teoría de Copérnico, que sostenía que nuestro planeta giraba alrededor del Sol, desechando así el modelo aristotélico y de Ptolomeo, que afirmaban que los planetas, y el propio sol, daban vuelta en torno a la Tierra.
Sus teorías crearon una serie de acusaciones del clero en contra de él, entre 1615 y 1616, motivando que fuera denunciado ante la llamada Santa Inquisición de aquel entonces, por contradecir los dictados de Aristóteles, a los que la Iglesia reconocía como fundamento de la Biblia.
El 23 de febrero de 1616 se reunieron once teólogos para discutir que el Sol fuera el centro del mundo y sin movimiento, así como que la Tierra no sea el centro del universo, ni inmóvil, y al día siguiente decretaron: Que la teoría era una propuesta absurda, de falsa filosofía y a su vez herética. En consecuencia, al condenar la teoría de Copérnico, el Santo Oficio le prohíbe a Galileo mencionarla, amén de ser amonestado.
Para Galileo su mente enfrenta la lógica, la ciencia y su curiosidad, al temor, la religión y el autoritarismo, y por ello expresa en un escrito: “Creo que las discusiones sobre los problemas naturales no debieran empezar apelando a las Santas Escrituras, sino a las experiencias y demostraciones, dado que ambas son expresiones del mismo Verbo Divino”.
No obstante, lo sentenciado por la Inquisición, Galileo escribió el libro “Diálogo sobre los dos principales sistemas del mundo: Ptolomeo y Copérnico”, pero para autorizarlo se le ordena corregir el texto, dejando en claro que la teoría de Copérnico “es sólo una posibilidad”.
Pero, además, junto con una orden papal, se le prohíbe a Galileo, so pena de prisión, defender las ideas de Copérnico, obligándolo a abdicar lo que afirmaba, mediante un acto humillante, y para ello, arrodillado ante el Santo Oficio, pronuncia lo siguiente: “Yo Galileo Galilei, de 70 años de edad, hijo de Vicente Galili, comparecido personalmente en juicio ante este tribunal… Por cuanto escribí y publiqué una obra, en la cual trato la misma doctrina condenada, donde deduzco con gran argumento a favor de ella, sin resolverla, y atendiendo a que me he hecho un sospechoso de herejía, por este motivo… juro, prometo y me obligo en el modo y forma que acabo de decir, y en fe de estos mismos compromisos, firmo de propio puño y letra mi abjuración”.
Existe un mito o leyenda (sin prueba plena de ello), que Galileo Galilei expresó tras de haberse retractado, lo siguiente: “Y sin embargo (la Tierra) se mueve”.
Se afirma que su contribución más famosa a la ciencia fue su descubrimiento sobre las mediciones precisas, y en el campo de la física sus leyes sobre la caída de los cuerpos (supuestamente comprobada en la famosa torre inclinada de Pisa), así como el movimiento de los proyectiles. También observó las oscilaciones regulares de una lámpara colgada en la bóveda de la catedral, llevando ello a la aplicación del movimiento constante de un péndulo para la medición del tiempo.
Es por ello que la historia lo cataloga como un excelente astrónomo, filósofo, matemático y físico. Galileo Galilei falleció a la edad de 78 años de edad (considerada muy avanzada en su tiempo), el día 8 de enero de 1642 en Arcetri, ducado de Toscana.
¡Hasta la próxima!