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SACRIFICIO POLÍTICO/Gerardo Hernández González

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EMB: EL HOMBRE Y EL ESTADISTA/GERARDO HERNÁNDEZ G.

Adelantar el reloj sucesorio fue un movimiento audaz de Miguel Riquelme. Le ha permitido proteger a su alfil y evadir el jaque todavía. Sujetar la decisión al calendario electoral habría generado dudas y desbordamientos. El destape anticipado de Manolo Jiménez le concedió ventaja, pues fijó su nombre en el imaginario colectivo. La posición del saltillense en el gabinete le conecta con los sectores social, económico y político y le asegura cobertura permanente en los medios de comunicación. Consciente de ese hándicap, el subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía, le pidió al presidente López Obrador venir a Coahuila «a defender el proyecto» (Espacio4, 690). Este sábado encabezó un mitin en la arrumbada Cueva del Tabaco desde donde respondió a una nueva andanada mediática.

Riquelme ha dado un discreto paso al costado para que su heredero potencial luzca. Por tradición y apego al poder, el gobernador de turno evitaba compartir reflectores antes de tiempo para no mostrar debilidad. Conservar la gubernatura bien vale una misa. De las últimas tres sucesiones, la de 2017 resultó la más reñida. Los Moreira eliminaron o compraron a sus rivales del PRI. Riquelme afrontó a media docena de competidores, entre ellos la senadora Hilda Flores, el exalcalde de Saltillo, Jericó Abramo, el secretario de Desarrollo Rural, Noé Garza, y el diputado Javier Guerrero, quien renunció al PRI y se postuló como candidato independiente. Hoy es una de las cartas de Morena junto con Mejía.

Riquelme pagó el repudio al clan en las urnas donde estuvo a punto de ser derrotado por Guillermo Anaya. En un estado dividido y sin dinero para emprender grandes proyectos —a causa del moreirazo por 40 mil millones de pesos cuyo servicio cuesta más de cinco mil millones cada año—, el gobernador uso mano izquierda: tendió puentes con los liderazgos y grupos perseguidos por los Moreira, reforzó pactos con el sector privado y no ha sido motivo de escándalo. El Gobierno no se paralizó por las limitaciones económicas y ha sacado provecho de coyunturas como la pandemia de COVID-19.

La participación de Coahuila en la ahora extinta Alianza Federalista —también coyuntural— le dio reflectores al gobernador. La actitud de Riquelme contra el presidente López Obrador satisface a unos sectores y preocupa a otros, pues no está exenta de riesgos. El lagunero sale bien calificado en las encuestas nacionales, lo cual no es garantía de nada. Humberto Moreira llegó a la presidencia nacional del PRI no por ser el mandatario local más popular y «confiable» del país, sino por sus servicios a Enrique Peña Nieto, a quien hoy llama «Peñita» y tilda de «traidor» después de haberlo rescatado de una prisión de Madrid.

La prueba de fuego de Riquelme serán las elecciones del 4 de junio de 2023. Para superarla, el gobernador evitó la tentación de nombrar a un sucesor lagunero, aunque algunos ilusos todavía conservan la esperanza, y prefirió decantarse por un saltillense. El reto de Manolo Jiménez consiste en persuadir a La Laguna de ser la mejor alternativa. Torreón y los municipios de la comarca suelen votar contra el centralismo y los políticos de la capital. De allí han surgido los últimos candidatos de la oposición: Jorge Zermeño, Guillermo Anaya y Javier Guerrero. Ricardo Mejía podría ser el próximo. La baraja de Morena incluye al propio Guerrero y a Luis Fernando Salazar, cuyo barniz de hombre de pueblo lo refuta su residencia en uno de los sectores exclusivos de Torreón. «El dinero para al correr al pasar por muchos lodazales», nos recuerda Jacinto Benavente.

  EMB: GOBERNAR EN TIEMPOS DE TORMENTA

La mayor riqueza que un hombre puede heredar a su familia es su buen nombre. Eliseo Mendoza Berrueto cuidó el suyo y le dio lustre a cada letra. Honró a su padre Emilio Mendoza Cisneros, veneró a su madre Guadalupe Berrueto Ramón y colmó de amor y ternura a su familia. La sombra de sus alas, fuertes y extendidas, cobijó a su esposa Lucila, a sus hijos Eliseo, Carla, Federico y Lucy Elisa, a sus nietos y bisnietos. Amante de la vida, libró mil batallas para prolongar la propia, pero existe una que es necesario perder para ganar la vida eterna. Es bueno llorar a hombres de su estirpe cuando mueren, pero es mejor mantenerlos vivos en el corazón para que no dejen de inspirarnos con su ejemplo.

Eliseo Mendoza no le hizo mal a nadie; al contrario, siempre procuró el mayor bien para todos, incluso para las almas ruines que, según Sócrates, «solo se dejan conquista con presentes». El político, el escritor y el maestro, deja muchos proyectos por realizar. Se ocupaba para no pensar en la muerte. Trabajaba porque tenía que hacerlo, pues no acumuló «para sí tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre destruyen; y donde los ladrones penetran y roban» (Mateo 6:19). Sabía que el tiempo se le agotaba y no quería desperdiciar ni un minuto. Estaba enamorado. Desde lo más profundo de su ser deseaba permanecer abrazado de sus amores, acariciar a sus nietos y bisnietos, jugar con ellos, verlos crecer, volver a reunirse con sus amigos, reír, cantar, escuchar música, recitar poemas, recordar, recordar… para anclarse en la vida sin dejar de volar para contemplar el valle, para abarcar con su mirada serena todo lo que deseaba llevar consigo.

En la presentación de sus memorias «Una larga jornada», se despide: «Escribo estar notas habiendo cumplido 90 años. No cabe duda de que he sido un hombre afortunado. Donde quiera que estuve traté de hacer mi trabajo con rectitud, eficiencia y lealtad. Ahora que recuento las etapas de mi existencia, reafirmo mi convicción de que siempre fui optimista, gocé cada etapa de mi vida y traté de ser un buen hijo, un buen padre y un buen amigo de mis amigos. No tengo reproches ni resabios. Me quedo tranquilo y en paz».

Miguel Peralta Wheatley describe en su prólogo: «(en movimiento perpetuo) Hay estrellas que refulgen desde que aparecen. Eliseo es una de ellas. Ama la Humanidad y se ha dedicado a servirla. Ama a su patria y se ha consagrado en cuerpo y espíritu a fraguar su desarrollo y prosperidad. Ha sido forjador de la historia política y económica de México (…). Cerca de reunir 90 años de edad mantiene su lucidez, fortaleza y creatividad. Estas memorias brindan el privilegio de vivir con Eliseo su larga jornada, que tuvo influencia determinante en la historia nacional».

Eliseo Mendoza prestigió la política, su pasión junto con el magisterio, y pasó por los fangales sin mancharse. No fue piedra de escándalo ni avergonzó a Coahuila. Lo hizo porque creía en la política como instrumento para servir, dirimir diferencias, buscar el bien y procurar justicia —sin paternalismo— para los más necesitados. La deriva venal y populista que ha tomado esa actividad le preocupaba. Las generaciones no se repiten y la suya, con él y otros estadistas de su talla, fue excepcional. Lideró uno de los congresos más plurales y brillantes. La Cámara de Diputados hoy es una carpa, un vodevil que en vez de enorgullecer causa pena. Eliseo Mendoza ejerció el poder sin aspaviento. Respetó a todo el mundo porque se respetaba a sí mismo y valoraba a las personas por lo que son, no por sus blasones. Soportó tormentas y la inquina de espíritus mezquinos que ven el éxito y la grandeza ajenos como agravios personales. Solo espíritus elevados como el suyo trascienden el tiempo, derriban las murallas del odio y las convierten en puentes de diálogo y entendimiento.

EL HOMBRE Y EL ESTADISTA

Don Eliseo llevó su vejez con donaire y gallardía. El mensaje del papa Francisco para la II Jornada de los Abuelos y de los Mayores empieza con el salmo 92, 15: «En la vejez seguirán dando frutos». «La ancianidad —nos dice Jorge Bergoglio— no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro. “La sensibilidad especial de nosotros ancianos, de la edad anciana por las atenciones, los pensamientos y los afectos que nos hacen más humanos, debería volver a ser una vocación para muchos. Y será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones. Es nuestro aporte a la revolución de la ternura, una revolución espiritual y pacífica a la que los invito a ustedes, queridos abuelos y personas mayores, a ser protagonistas».

Homenajear a Eliseo Mendoza casi tres décadas después de terminado su Gobierno, cuando hoy lo que se extienden son órdenes de captura contra exgobernadores y políticos, megalómanos y ávidos de riqueza, es el reconocimiento a una de las figuras señeras de Coahuila y México. Siempre sujeto al imperio de la ley, gobernó «por el pueblo y para el pueblo», no para camarillas políticas o económicas. Prevenido el país por el presidente Miguel de la Madrid de que 1988 no sería un año de primeras piedras ni de cortes de listones por la crisis heredadas, creó programas que lo definieron como hombre de Estado sensible a las necesidades de las mayorías. No buscó excusas ni endeudó a los coahuilenses. Creó programas adoptados después por el Gobierno federal y otros estados: Trabajemos Juntos y Vivamos Mejor, entre otros.

Tomar decisiones impopulares, vistas en su tiempo así por algunos sectores, como lo hizo Eliseo Mendoza, valió la pena, pues los beneficios han llegado a millones de personas y salvaron a Coahuila de una crisis financiera de mayor alcance. Crear el Impuesto Sobre Nóminas costó «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor», pero demostró que cuando un Gobierno tiene autoridad moral, altura de miras y claridad de propósitos es posible disipar sospechas y persuadir al más escéptico. El legado de don Eliseo al estado es su obra, la cual llegó a los rincones más recónditos. Demandas sociales largamente pospuestas se volvieron realidad: un puente en Juárez, un camino en Santo Niño Aguanaval. La infraestructura carretera y aeroportuaria se adelantó al TLC.

Eliseo Mendoza Berrueto pensaba, en términos de Bismarkc, como estadista: en la próxima generación; y no como político, en la próxima elección. De ahí deriva su grandeza. En Palacio de Gobierno, cuyas puertas abrió don Eliseo al pueblo para escuchar sus problemas, mirarlo a los ojos y ofrecer soluciones en audiencias públicas, se presentaron el 11 de marzo sus memorias y se impuso su nombre a una sala de recepciones. Los reconocimientos en vida tienen mayor sentido se aquilatan más.

Que los homenajes los presida el gobernador Miguel Riquelme, a quien, como candidato el licenciado Mendoza no pudo apoyar —y así se lo hizo saber, platicado por los dos—, pues estaba comprometido con otro aspirante al cual consideraba como su hijo político, es plausible. Habla de un gobernante maduro y sensible, consciente de su circunstancia y de su tiempo, como lo siempre lo estuvo Mendoza Berrueto. Dice un proverbio israelita: «El hombre sabio es aquel que busca instruirse con todos los hombres; el hombre fuerte, aquel que sabe quebrar sus deseos; el hombre rico, aquel que se contenta con su suerte, y el hombre honrado, aquel que honra a los demás». Siempre se le extrañará, licenciado Mendoza. Gracias por su amistad. Gracias por todo.

* Discurso pronunciado en el homenaje póstumo al exgobernador Eliseo Mendoza Berrueto, el 18 de mayo, en Palacio de Gobierno.

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