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UN MAESTRO QUE DEJÓ HUELLA/EFRÉN MIRELES ESTENS

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Vamos a hablar hoy de un maestro que fue ejemplo por su trabajo constante y formativo de niños y jóvenes del medio rural mexicano, en época de muy reducidas posibilidades de estudiar, sobre todo, para quien no vivía en el medio urbano.

Nos referiremos al Profesor José Santos Valdés, quien nació el 1 de noviembre de 1905, en un lugar llamado rancho Camargo, a 8 kilómetros de la cabecera del municipio de Matamoros Coahuila, ciudad que ahora le recuerda con orgullo, ostentando una de sus principales calles, el nombre de “Boulevard José Santos Valdés”.

Recientemente su nombre ha sido mencionado en varios medios de comunicación, por el cambio de nomenclatura a una calle de Ciudad Lerdo, Dgo, que lleva su nombre y que se propone sea sustituido por el de José Rosas Aispuro, actual gobernador de Durango. Trataremos de mencionar el trabajo escolar del Profesor José Santos Valdés en su importante trayectoria dentro de la educación rural en México, ubicándolo en su época, su vida y su personalidad.

Su origen fue muy humilde, su padre, Don Pedro Valdés fue un peón de confianza, al servicio de Evaristo Madero hacendado de Parras, Coahuila. con propiedades agrícolas en toda la Laguna, por lo que se le encomendaron trabajos de supervisión en varios ranchos de Viesca, San Pedro, Matamoros, y Parras.

Gran parte de lo que aquí mencionemos, es transcrito del libro “La Semilla en el Surco, José Santos Valdés y la Escuela Rural Mexicana” del Prof. Hallier Arnulfo Morales Dueñas, que me facilitó en calidad de préstamo, el Lic. Simón Álvarez Franco.

La familia Valdés García de León fue muy humilde, con seis hijos y con cambios frecuentes del lugar de residencia, por ser hombre de confianza del jerarca de la familia Madero, en ocasiones los hijos también trabajaban, por lo que iniciar su escolaridad no fue fácil.

Desde pequeño le afloró el deseo de estudiar, a los 5 años quería ir a la escuela en Parras, acompañando a sus hermanos mayores, pero por su corta edad no se le permitió. Ya viviendo en la hacienda de San Lorenzo logró entrar a la escuela, donde había un solo maestro multigrado y un sacerdote católico que los adoctrinaba. En esta hacienda también realizó su primer trabajo, a los 7 años, empacando en cajas de madera las botellas del vino que ahí se producía, también llevaba en un burro, gordas y agua a los trabajadores del campo.

Por otro cambio de lugar de trabajo de su papá, continuó sus estudios primarios en la hacienda San Manuel, cercana a la “Estación Gilita”, donde además hacía el “trabajo” de “espantapájaros”, cuidando el sembradío de maíz. En esas condiciones vivió en carne propia las condiciones de vida de los campesinos en esa época y conoció a los grupos de revolucionarios que frecuentemente se veían en La Laguna.

Siguió estudiando en Matamoros, luego en Torreón, en la escuela “Centenario”, pero surgió otra interrupción porque Don. Evaristo Madero, le dio la orden a Don Pedro Valdés, de irse a trabajar a la hacienda “Menfis” en San Pedro.

Nueve años tardó para cursar hasta quinto año de primaria, con lo que la dio por concluida. Reanudó su trabajo en el campo para apoyar al sostén de su familia. En eso surgió la oportunidad de la Escuela Normal de Saltillo, de aceptar egresados de quinto grado para estudiar la carrera de profesor y con una beca de $25.00 mensuales, José Santos se fue a Saltillo, sin embargo, cuando estaba en cuarto grado, el médico le ordenó interrumpir sus estudios y que regresara a su casa por enfermedad, por hambre se estaba tuberculizando.

Con tres años y fracción de formación normalista, consiguió trabajo de maestro en San Marcos, municipio de San Pedro, Coahuila, en una escuela que patrocinaba la “Casa Purcell”, propietarios de haciendas en la región lagunera, con un sueldo de$2.50 diarios, sintió gran satisfacción, pues de peón ganaba 80 centavos por día. Atendía al segundo y tercer grado de primaria.

En 1924 se reincorpora al cuarto grado en la Normal de Saltillo, ahí tuvo como maestro al joven recién egresado de esa misma escuela, Federico Berrueto Ramón, con quien le unió una amistad de toda la vida.

Concluida su carrera, se fue a trabajar a San Pedro, con un sueldo de $80.00 mensuales, luego le ofrecieron mejores oportunidades en el estado de Sonora y en Navojoa llegó a ser director de la escuela de ese municipio, con sueldo de $200.00 mensuales.

Con apenas 4 meses de director y 21 años de edad, fue ascendido a supervisor escolar de las primarias de Hermosillo y Nogales, Sonora. En su trabajo magisterial relacionaba la educación como instrumento de cultura capaz de derrotar la miseria de la época, sobre todo de los campesinos y obreros. Iniciando lo que durante todo el resto de su vida sería “El Magisterio Revolucionario”, apoyado en los valores cívicos de Trabajo, Respeto, Orden, Disciplina, Control de sí mismo y Libertad, estimulados todos por el Estudio y la Limpieza, dentro de un marco de Cariño a su Entorno y a su Patria.

En Sonora inició su involucración a movimientos sindicales magisteriales, así como de reivindicación campesina, y en defensa de los chinos, que estaban siendo discriminados en ese estado, dando lugar a que el gobernador, Rodolfo Elías Calles, le expulsara de Sonora.

El 1 de octubre de 1933, la Secretaría de Educación Pública, le asigna trabajo de maestro en la Central Agrícola de Tamatán, Tamaulipas con un sueldo de $243.34 mensuales. En 1934 se casó con “Tulita”, Gertrudis González Flores, su esposa de toda la vida, por la vía civil, ella de una profunda religiosidad y él de pensamiento laico, tuvieron 6 hijos.

Su participación en una asamblea campesina en el entonces Teatro Juárez de Cd. Victoria, le valió para que el gobernador Rafael Villarreal Rodríguez pidiera su cambio a otro estado. Lo mandaron a Durango, a la escuela Santa Lucía, en Canatlán el 16 de septiembre de 1934. En enero de 1937 es designado director, a sus 27 años, ya arrastraba su fama de activista social.

Tuvo avances en Santa Lucía, como la inscripción de la primera mujer en esa escuela María Bermúdez, que fue el imán para que otras mujeres lograran su ingreso.

Las diferencias con organizaciones de ideas contrarias y con el gobierno, originaron que la SEP, lo trasfiriera a la Misión Cultural No. 18 en Querétaro. De ahí lo envían a Veracruz.

En julio de 1936, inició actividades en la Misión Cultural 18 en Tabasco, donde en septiembre fue secuestrado junto con Claudio Cortés, sacados del estado en avión, por orden del gobernador Víctor Fernández Manero.

En febrero de 1937 le asignan comisión permanente, como jefe de brigada de tres Misiones Culturales y el único Instituto de Investigaciones Científicas a nivel nacional, que operó en La Laguna. Aquí denunció malos manejos del Banco Ejidal y de la política educativa regional., para silenciar sus denuncias, lo reubican como director de la Escuela Regional Campesina de Galeana, N.L.

Del 1 de enero de 1939 al 1 de febrero de 1941, trabaja como profesor de materias Preparatorias en la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, pero hasta ahí lo alcanzó la censura.

En julio de 1940, le suspende la SEP su sueldo y le cambia su adscripción a Chihuahua y en diciembre de ese año, lo envían como director de la Escuela Regional Campesina de Aguilera, en ese estado.

En enero de 1941, regresa a Normales Rurales, es nombrado director de la Normal Rural de Tenería, Estado de México. El director del Departamento de Enseñanza Normal, lo turna a hacerse cargo de la dirección de la Normal Rural de Torrecillas, Chicontepec, Veracruz., de allí, lo reubican a la Normal Rural de Ciudad Valles, S.L.P.

Jaime Torres Bodet, secretario de Educación Pública le reconoce su esfuerzo y conducción profesional y lo propone para que asuma la estafeta de la conducción de las Misiones culturales, en sustitución y continuador del trabajo del profesor Rafael Ramírez, al jubilarse, una institución en el sistema educativo mexicano.

En 1945, en funciones de inspector de Misiones Culturales, jefatura la Misión Urbana No.2, las Misiones Culturales 13,14, 19 y 21 ubicadas en Sinaloa, Nayarit y Colima respectivamente, al año siguiente supervisa la número 23 que operó en Jagüey, Melchor Ocampo, Zacatecas, asimismo, la número 39 en Tlatelulco, Tlaxcala. Después supervisó las labores de las numeró 20, 26, 23 y 26 de Durango, Tabasco, Zacatecas y Aguascalientes. Cerró el año supervisando las Misiones 23, 18 y 26 en Zacatecas, Jalisco y Aguascalientes. Maniobra trashumante que la SEP operó en él, para moverlo constantemente, evitando que enraizara su activismo característico en las regiones.

Las constantes reubicaciones laborales impactaron en el ánimo personal y familiar, sus hijos recordaron para siempre ese período por la escasez económica que padeció su hogar a causa de las constantes reubicaciones de su padre, sin explicación sólida.

Lo querían hacer renunciar.

Las discrepancias en esos años, chocaron con intereses de los gobernadores, y caciques regionales, dando lugar a que J. Santos Valdés, estuviera asignado a “disposición de la SEP” dos años (1946-1948). En 1948 se reincorporó a las Normales Rurales y lo enviaron a San Marcos, Zacatecas, donde estuvo 8 años sin nombramiento definitivo, solo con interinatos y donde hizo un gran papel, que hasta la fecha se le recuerda con respeto. El 1 de junio de 1955 lo mandan a la escuela rural de El Mexe, Hidalgo., donde encontró resistencia para aplicar su organización normativa y sufrió un atentado por parte de un grupo de jóvenes que controlaban los recursos de la economía escolar.

Tras el incidente, la Dirección de Enseñanza agrícola promueve su traslado a su natal Coahuila, el 16 de abril de 1956 ingresa a la Escuela Práctica “Ing. Waldo Soberón” de Santa Teresa, con retrasos en él envió de su sueldo, apoyándose con clases adicionales que impartía en el Instituto de Capacitación.

Buscó acercarse más a su hogar y dar mayor atención a su familia y al poco tiempo, regularizó su situación laboral y la SEP le otorgó la plaza de Profesor de planta con un salario mensual de $1,742.00.

Al iniciar 1959, es comisionado como director de la Escuela Normal y Preparatoria de Tamaulipas. A partir de julio, es designado Inspector de Enseñanza Normal Foránea en la zona norte del país. Cubre las Normales Rurales de Flores Magón y Salaices, Chihuahua, J. Guadalupe Aguilera y Santa Teresa.

En 1963, la oficialía mayor de la SEP, le autoriza que su salario deje de ser errante y se transfiera a su domicilio familiar en Lerdo, Durango.

Después de 37 años ininterrumpidos de labor docente, se jubila en 1965, no obstante eso, el presidente Díaz Ordaz lo llama a desempeñar la comisión inexistente hasta ese momento, de “Supervisor Especial de Educación Normal” a nivel nacional, pero la actitud burocrática que acumulaba sus informes a un lado de los escritorios, lo orilló a renunciar a dicha comisión.

Recluido en su tierra adoptiva, Lerdo, Durango, ayudó a regularizar la “Academia Villa de Matel”, atendido por monjas de la orden del Verbo Encarnado y del Santísimo Sacramento, que carecía de reconocimiento oficial necesario para desempeñar la labor escolar.

Después de incorporar al colegio, le pidieron que fuera su director, aceptó y ocupó el puesto por algunos años, con la condición de que se colocaran imágenes de Juárez, Hidalgo y demás personajes de la historia nacional, comúnmente atacados por la iglesia, para su estudio y que se llevaran a cabo los honores a los símbolos patrios oficiales y a las fechas cívicas establecidas por el calendario oficial.

Su salud personal se fue deteriorando y en 1973 requirió una operación a causa de diverticulitis y le extirparon 60 centímetros de intestino, la diabetes también lo acompañó, aunque al parecer nunca le interrumpió sus labores. En plena senectud, su esposa “Tulita”, como le decía de cariño, sufrió una embolia que la dejó postrada sus últimos años.

El 31 de mayo de 1990, recibió la presea “Francisco Zarco, que otorga el Congreso de Durango a ciudadanos ejemplares.

Falleció, el 5 de agosto de 1990, en Gómez Palacio Durango. La noticia corrió como reguero de pólvora, dentro de los círculos magisteriales del país.

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