REFLEXIONES Y SENTIMIENTOS
La vieja cocina ya está escombrada y recién barrida, el piso huele a tierra mojada, el comal caliente ya está preparado para recibir las tortillas, recuerdo decir a mi madre con una tierna sonrisa dibujada en su rostro:
– Mis Tlaxcales (Tortillas) van a estar bien sabrosos – y a la vez hacía la señal de la cruz soltando suavemente la primer tortilla.
Cada vez del metate, toma pequeñas bolas de masa, tortea y voltea una a una y las que ya están cocidas, las coloca dentro del chiquihuite de carrizo y las cubre con una servilleta bordada por ella misma.
Es tal la habilidad de mi madre que, a la vez sobre el mismo comal, colocó una pequeña olla de barro con agua, el café de sobre que vació dentro de ella ya suelta su primer hervor inundando con su delicioso olor, la vieja cocina de adobe. Me pide que saque de la canasta que está colgada en un calehual del tejado unos tomates, chiles, un diente de ajo y una cebolla. Enseguida con agua limpia que tiene en una olla a su lado, las lava y las pone a Tatemar (Tostar) sobre el mismo comal. Tiene el tiempo bien medido, bien calculado y al finalizar de echar las tortillas, se dispone a moler los tomates, chiles, ajo y cebolla sobre el mismo metate. La salsa molida la vacía en una pequeña cazuela de barro y le agrega un poco de sal con los dedos, los dedos son la medida exacta, la cual prueba vaciando un poco de ella en una cuchara sobre la palma de su mano – ¡Mmm! ¡Quedó bien sabrosa!
Toma otra cazuelita y en ella pone a freír unas cucharadas de manteca, cuando la manteca ya está líquida toma nuevamente las tortillas y una a una las pone sobre el comal, les deja escurrir con una cucharita de peltre la manteca y le pone una pequeña pizca de sal a cada una de ellas.
– Llama a tus hermanitos que ya vengan a desayunar – es la orden que me da mamá.
Las tortillas recién hechas embarradas con manteca y sal, la salsa y el café de olla.
¡Fue el desayuno más delicioso que pude haber tenido en mi vida!
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