Desde hace varios años, percibo que se manifiesta entre los jóvenes trabajadores una actitud de poca entrega o interés en cuestiones laborales y esto acrecentó con la pandemia, toda vez que la mayoría de ellos se vieron forzados a laborar desde su casa y debido a que muchas empresas o patrones tuvieron que hacer recorte de personal, su solución fue cubrir dichos lugares con los empleados que pudieron retener, no obstante, algo que aparentaba ser temporal ya se convirtió en obligación y al término de la actividad desde casa, ahora presencial en la empresa, el empleado no se ha visto favorecido con una mejora salarial.
Los jóvenes, sobre todo, se encuentran en la situación de elegir entre que es mejor: si renunciar a su trabajo o esperar a que los despidan.
La actitud empresarial por otro lado, ocasiona que el empleado trabaje menos y con desánimo, esperando que lo liquiden. A esta actitud laboral se le ha denominado “Renuncia Silenciosa” Sin embargo a la renuncia silenciosa se le interpreta como el hecho de realizar un mínimo esfuerzo con el objetivo de ser despedido, cuando en realidad consiste o se pretende instaurar como nueva modalidad ante las circunstancias descritas, que el trabajador se enfoqué en las actividades para las que fue contratado y no con otras labores u horas extra que además generalmente no se les pagan, ni obtienen algún beneficio adicional.
Por otra parte, la mala práctica de hacer el mínimo esfuerzo, pone en desventaja al trabajador, ya que si comete el error de cumplir con “casi nada” en su puesto, ya que da una mala imagen, que llevará a un despido en malos términos, y por lo tanto se le darán malas referencias laborales.
¿Que pudiera ser positivo en esta modalidad que adoptan los trabajadores referidos?
La actitud de “limitación al trabajo para lo cual fue contratado o se le asigno algún puesto” por un lado le mantiene con menor estrés, ya que solo genera lo que se le indica como responsabilidad de área, por lo que deberá ofrecer calidad en su desempeño y probablemente se le considerará efectivo para su trabajo, esto será valorado tal vez por el empleador, “es decir no hacer como que trabajo ya que hacen como que me pagan” todo lo contrario aplicarse con ganas a realizar sus tareas y responsabilidades.
Si se pretende revertir el daño ocasionado con la cuestión de home-office provocado por la pandemia, considero que deveras ser con inteligencia, buscando no ser despedido, pues conlleva el riesgo de no ser contratado por otro empleador, dadas las condiciones en las que se ha manifestado el desacuerdo e inconformidad por la situación de aumento de responsabilidad y trabajo sin remuneración alguna, al final y sin romantizar el tema es mejor contar con un trabajo que quedarse sin él.
Por otra parte, y pensando en ambas partes, habrá excelentes beneficios a la salud mental tanto trabajador-patrón, pues mejorará el humor, el ambiente laboral y se evitarán etapas de ansiedad o depresión.
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