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EVARISTO MADERO: BIOGRAFÍA DE UN PATRICIO/Efrén Mireles Estens

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Hoy vamos a platicar, amables lectores, de un libro que recientemente llegó a mis manos, titulado “Evaristo Madero. Biografía de un Patricio”, de la autoría de José Vasconcelos. Lo compré en el hotel “Hostal El Farol” de Parras de la Fuente, Coahuila.

Se trata de un ejemplar, en su segunda edición, presentado en buena calidad, e impreso en los talleres de Litográfica Turmex, S.A. de C.V. y derechos reservados por Rosario Ahumada Vasconcelos y Antonio Madero Bracho. Esta segunda edición fue impresa en 1997, la primera, lo fue en 1958. José Vasconcelos regresó a México de su exilio, en 1940 y falleció en 1959, es de suponer que la familia Madero le solicitó en los años cincuenta del siglo pasado, la elaboración de esta obra literaria, época en que estaba dedicado a historiador y periodista.

Se aclara en la Dedicatoria que los descendientes de Don Evaristo han querido rendir un tributo de admiración y cariño al fundador de su estirpe, cuya redacción encomendaron a un viejo amigo de la familia, sin finalidad política alguna. Como dato

original, la familia Madero procedía de Galicia, de donde se trasladó a Castilla y de allí, los últimos tres varones se trasladaron al Nuevo mundo, Al parecer, primero a Colombia, pasando después a Argentina, donde uno de los hermanos se quedó en Buenos Aires y los otros dos se dirigieron a México, entrando por Mazatlán. Uno de ellos, al casarse con la señora Gaxiola, procrearon a José Francisco, el padre de Evaristo.

La historia se inicia en los primeros años del siglo XIX, con José Francisco Madero Gaxiona, residente en Chihuahua, terminando sus estudios de ingeniería en la Escuela de Minas de la ciudad de México y al graduarse se estableció en Parral Chihuahua, mudándose posteriormente a la ciudad de Chihuahua, dedicándose al deslinde de ranchos y concesiones territoriales, sus padres fallecieron en Parral en 1810 y contrajo matrimonio en 1814, naciendo una niña y enviudando al año siguiente. Se cambió a Saltillo, continuando con su trabajo de agrimensor.

En 1824 contrae segundas nupcias con Victoriana Elizondo, formando una familia con 3 hijas y un hijo, Evaristo Madero Elizondo, fijando su residencia en la localidad de Rio Grande, municipio de Guerrero, Coahuila (declarado en el 2020 como deshabitado) desarrollando su trabajo de agrimensor en Texas, donde el pago de sus servicios fueron algunas concesiones agrarias, colindantes con los ríos Nacogdoches y Nueces, mismas que se perdieron después de la Independencia de Texas. Falleciendo, víctima de la epidemia de cólera en 1833.

Doña Victoriana casó en segundas nupcias con don Victoriano Navarro, procreando tres hijos. Evaristo tuvo como escuela natural, las broncas aguas del rio Bravo y las primeras letras y religión que le impartió su madre, inculcándole la actividad permanente y creativa, un día preguntó: ¿Qué hago mamá? Y la mamá, que seguramente estaba ocupada en sus afanes, le dijo: Mira, para que no estés sin quehacer, te vas al jardín, escarbas un hoyo y si no encuentras algo que sembrar, enseguida lo tapas, para que no estés nunca ocioso.

Su madre y padre tutor, lo mandaron a estudiar en Saltillo, motivados por las inquietudes, dinamismo e inteligencia del jovencito. La inseguridad prevalecía en Coahuila y Texas. La guerra de los indios contra los blancos y la agresión de los texanos hacia los mexicanos y viceversa, era lo cotidiano.

Evaristo consideró adecuado el negocio del transporte de mercancías y personas, esto es, de carrero y arriero, por los caminos de Coahuila, Chihuahua y Texas. Primero trabajó como cochero, para aprender el oficio y después fue propietario, de carros y mulas. Asociado y continuando con el aprendizaje del oficio. Contrajo matrimonio con doña Rafaela Hernández, en 1847, precisamente en el año de la invasión norteamericana a México. Fueron varios años de inquietudes y dificultades, pero la habilidad, tenacidad y valentía afrontaron la situación.

Ya con recursos propios, Evaristo estableció en Monterrey su negocio general de transporte, donde ya había prosperado y continuó creciendo, estableciendo corresponsalías en Coahuila, Nuevo León y Texas. Envía a su primogénito Francisco, a completar sus estudios en Europa, donde mostró un gran aprovechamiento y deseos de contribuir al desarrollo de México.

Don Evaristo continúa acrecentando sus negocios y relaciones públicas. En ese tiempo el Gobernador Santiago Vidaurri decreta la unión de Coahuila y Nuevo León en una sola entidad. La relación entre ambos fue más personal que política. En la guerra de secesión de Estados Unidos, frenó la prosperidad de Texas, pero favoreció a empresarios del norte de México, Don Evaristo entre ellos.

Al visitar Parras, en viajes de negocios, transportando algodón y telas, conoció los manantiales y los cultivos de la vid y fue tanto el entusiasmo por la historia y posibilidades de prosperidad de este lugar, que a partir de entonces, Don Evaristo consideró que la Villa de Parras sería su morada y empresa por todo el tiempo que le quedase de vida.

La Casa Madero incrementó su fortuna, aprovechando las oportunidades de la época con la sociedad de Don Evaristo y su yerno Don Lorenzo González Treviño, sumándose en 1870 el trabajo de Francisco Madero Hernández, de carácter afable y conciliador que regresaba de terminar sus estudios de cultura general en un colegio de Amberes, Bélgica. Época en que se compró la hacienda del Rosario en Parras, Coahuila, que incluía la fábrica de telas “La Estrella” y cuya administración se asignó directamente a Francisco, distinguiéndose por su solidaridad humanista con los obreros y adelantándose a las legislaciones modernas, otorgó a sus trabajadores prestaciones como el servicio médico gratuito y las escuelas gratuitas dedicadas a los hijos del personal.

De temperamento práctico y creador, Don Evaristo emprendía obras sociales, pero no descuidaba lo que era la base de su sostenimiento; el desarrollo de las empresas que producen bienes. Nuevas empresas en Parras, siembras de algodón en La Laguna, negocios mineros en el norte de Coahuila, empresas comerciales de transporte en Monterrey y Saltillo… para todo daba su energía, disciplinada y esclarecida.

A dos años de establecidos en Parras falleció doña Rafaela Hernández, esposa de Don Evaristo, de quien tuvo a su hijo Francisco, cinco niñas y otro varón, el más chico, nombrado Evaristo.

Don Evaristo viajaba frecuentemente a Estados Unidos, pasando por Matamoros, Tamaulipas, donde entregaba, vendía, recogía y compraba mercancías que transportaba a Monterrey y Saltillo. En Matamoros se hospedaba en la casa de su corresponsal en esa plaza, Don Juan Farías y ya viudo, pidió en matrimonio a Doña Manuelita Farías, hija de su corresponsal, regresando con ella a Parras, como la nueva Ama y Señora de la casa.

Don Evaristo brindó apoyo a Benito Juárez, en su viaje al norte, perseguido por los imperialistas, contrariándose con el gobernador de Nuevo León, Santiago Vidaurri y posteriormente con Porfirio Díaz, que le pidió apoyo en su Plan de Tuxtepec contra Sebastián Lerdo de Tejada. Madero no participó en política en esos años, fue hasta 1882, que llega a gobernador del Estado, después que, en 1880, el General Manuel Gonzales Flores, originario de Matamoros, fue Presidente de la república, en la única interrupción que tuvo Porfirio Díaz en su larga dictadura.

Como gobernador dejó un buen historial de su gestión, tanto en educación, como en desarrollo económico y justicia. En su informe de gobierno señala: “Ahora no hay una sola población que no tenga varios planteles de enseñanza, o cuando menos uno para cada sexo”, seguramente se refería a las cabeceras municipales. A pesar de haber realizado un buen gobierno, con Porfirio Díaz ya no hubo confianza política mutua, aunque sí respeto personal de ambas partes y don Evaristo se dedicó a lo suyo, a su vocación de empresario y en gran escala.

Francisco Madero Hernández, se casó con Mercedes González Treviño y su primogénito fue Francisco Ignacio Madero González, futuro iniciador de la Revolución Mexicana y futuro Presidente de la República.

Don Evaristo compró o creó varias empresas, haciendo prósperos negocios, que lo hicieron una potencia financiera, de las más destacadas en el norte del país, entre la larga lista de sus empresas, se pueden mencionar Compañía Industrial de Parras, Banco de Nuevo León, Cía. Carbonífera de Sabinas, Cía. Metalúrgica de Torreón, Vinícola de San Lorenzo, Molinos del Golfo, sus casas comerciales de Saltillo y Monterrey, junto con empresas ganaderas y agrícolas.

En 1909 y 1910, a raíz de la candidatura de Francisco I. Madero para Presidente de la República, todos los integrantes de la familia Madero y sus empresas fueron motivo de presión por parte del gobierno de Porfirio Díaz.

Porfirio Díaz nunca olvidó que, desde el Plan de Tuxtepec, cuando pidió el apoyo de Don Evaristo, éste siempre fue contrario a los planes militares de Díaz, por lo que ahora infería que el abuelo alentaba los planes anti reeleccionistas del nieto.

Don Evaristo pide a apoyo a José Yves Limantour. Ex secretario de Hacienda del gobierno de Díaz, para que interviniera en su favor ante Don Porfirio, haciéndole ver que era ajeno a los planes y acciones de Francisco I. Madero.

Limantour estaba en Francia, con una licencia indefinida, pero continuaba ejerciendo influencia como hombre cercano a Don Porfirio.

El perjuicio económico fue mayúsculo, pero la familia de Don Evaristo Madero, eran gente de trabajo y después de la revolución, continuaron rehaciendo sus negocios, recuperando gran parte de lo afectado.

El 6 de abril de 1911 fallece en Monterrey Don Evaristo Madero Elizondo. Una nota necrológica de un periodista de Monterrey, enviada a un periódico de la Cd. De México termina diciendo “…Su descendencia es grande, pasan de cien los miembros allegados de su familia, y deja infinidad de bisnietos”.

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