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RICARDO MONREAL VS AMLO; RUPTURA INEVITABLE Y PELEA POR EL PODER/Enrique Pérez Quintana

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El primero de septiembre está dedicado en el calendario cívico de México a la apertura de actividades del Congreso de la Unión. Por décadas la fecha fue conocida popularmente como “El día del presidente”. Hoy sigue siendo así, pero con otro estilo.

El contexto del actual “Día del presidente” está dado por acontecimientos actuales y futuros, contenidos en la determinación de López Obrador de adelantar la sucesión presidencial y al hacerlo, mencionó como posibles sucesores a sus colaboradores, pero excluyó al que, en su percepción, no es leal.

El resultado adverso de las elecciones federales de 2021 en la CDMX, cuando Morena perdió nueve alcaldías, fue responsabilidad de la actividad política de Ricardo Monreal, según señaló Claudia Sheinbaum, quien perdió el dominio político de la capital, lo que disgustó a López Obrador que lo calificó como traición política y acto de deslealtad.

Para Ricardo Monreal el costo del disgusto presidencial ha sido no ser convocado a las reuniones de López Obrador que veía en él a un colaborador cercano y en quien depositó la responsabilidad de sacar el trabajo legislativo para su gobierno.

Cuando se derrumbó la Línea 12 del Metro en la CDMX, también afectó el proyecto de López Obrador de construir la sucesión presidencial. Dos de sus cercanos, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, fueron tocados por esa catástrofe, al ser señalados como corresponsables del suceso. Apegado a su estilo, López Obrador introdujo en su mañanera el tema de la sucesión presidencial. El acontecimiento fue comentado porque no mencionó entre sus posibles sucesores a Ricardo Monreal.

En el calendario político mexicano no existe un tema que llame más la atención que la sucesión presidencial y dentro de este proceso, la intervención “enmascarada” del presidente quien designa, entre sus colaboradores, a su sucesor, aunque simule que no lo hace. Este proceso, cuando el PRI dominó el escenario, fue conocido como El Tapado. Hoy López Obrador lo repite en sus términos. Cuando dice que sus posibles sucesores son “Corcholatas” y él “Destapador”, significa que solo él designará al candidato a la presidencia de Morena.

Al designar a su sucesor, López Obrador tratará de ocultar su “dedito” por medio de unas encuestas, cuya metodología permanece oculta y con la que no está de acuerdo el senador Monreal, quien se dice víctima de este procedimiento, cuando buscaba ser jefe de Gobierno de la CDMX y mediante una encuesta se favoreció a Claudia Sheinbaum.

La distancia entre López Obrador y Ricardo Monreal se ha hecho más evidente, desde que fue ignorado como posible candidato de Morena a la presidencia, el senador ha ido construyendo un discurso que lo aleja de las posiciones políticas del presidente, sin llegar a la confrontación directa.

En días recientes, cancelaron su asistencia a la reunión de Morena en el Senado, en la iba a ser tratado el tema de la Seguridad, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, el titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, el secretario de Marina, José Rafael Ojeda Durán y el comandante de la Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio.

La cancelación de los secretarios con los senadores fue interpretada como un desprecio ordenado por el presidente López Obrador, un mensaje de intolerancia ante la división de poderes, ante la negativa de Ricardo Monreal a ser “apéndice del Poder Ejecutivo”.

Al respecto, Monreal comentó a los senadores de Morena: “Yo no quiero ser extensión del Poder Ejecutivo. Quiero que seamos un órgano de control constitucional. Somos un órgano equilibrador, no somos comparsa, no somos apéndice del Ejecutivo. Tenemos que actuar con pudor constitucional.

“El desdén no se me hizo a mí. Es para un órgano legislativo: si yo soy el problema, que los invite a ustedes sin mí. Yo no voy a la reunión que quieran ir con él. Se los ofrezco. No tiene por qué tratarlos a todos igual, si el pleito es conmigo”.

Después de tres rondas de votación fue electo como presidente del Senado Alejandro Armenta, de Morena y cercano a Ricardo Monreal que, en el proceso de la elección recibió el voto de la oposición, como aspirante no registrado. Lo que puso en evidencia las buenas relaciones que mantiene con la mayoría de los legisladores en el Senado.

La elección de Alejandro Armenta fue interpretada como un triunfo de Monreal sobre López Obrador, que se inclinaba por el senador Higinio Martínez, perdedor en la carrera por la gubernatura del Estado de México.

En el contexto de la sucesión presidencial, el lugar que la actitud del presidente le está otorgando a Ricardo Monreal es el de víctima. Hoy el senador es el campeón de la justicia, la legalidad, la conciliación y gracias a la soberbia presidencial, podrá decir que es perseguido por el poder. Todos esos ingredientes lo hacen un peligro para la cohesión de Morena que quiere el presidente, pero que sabotea cuando excluye a Monreal y enseña su parcialidad por sus corcholatas.

Regla uno. No caer en la provocación.