Inicio COLUMNISTAS LUCY RAMÍREZ DE HERNÁNDEZ BY… BY…BY: HASTA NUNCA HORARIO DE VERANO/Lucy Ramírez de Hernández

BY… BY…BY: HASTA NUNCA HORARIO DE VERANO/Lucy Ramírez de Hernández

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Según esto el cambio de hora se puso en marcha para aprovechar al máximo las horas limitadas de luz diurna, pero sus beneficios son debatibles. Adiós al Horario de Verano”, fue la frase que utilizó el Pleno de la Cámara de Diputados al aprobar con 445 votos a favor la eliminación de dicho horario en México, el cual consiste en adelantar una hora a las manecillas del reloj durante el período de mayor insolación, es decir, al inicio de dicha estación del año.

La medida no aplicará para la franja fronteriza, por lo que los municipios que tienen frontera con Estados Unidos conservarán este horario con el objetivo de no interferir o afectar el intercambio comercial con Estados Unidos. La aplicación se dio en 1996 con el entonces presidente de México, Ernesto Zedillo Ponce de León, quien estuvo en la silla presidencial de 1994-2000. Su objetivo era hacer un mejor uso de la luz solar y buscar una reducción en el consumo de energía.

Sin embargo, a la fecha se argumentó que los ahorros energéticos durante 26 años fueron realmente mínimos y que además no se contribuyó a la salud de las personas.

Incluso, la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha declarado en diversas ocasiones que las modificaciones horarias afectan al rendimiento físico, emocional e intelectual de las personas. En los niños, puede alterar su ciclo de sueño y la necesidad de ingerir alimentos, mientras que en las personas mayores también puede alterar su descanso y provocar episodios de ansiedad e insomnio.

De acuerdo con algunos diputados, desde 1996 el horario de verano contribuyó a un ahorro de energía, pero solamente por debajo del 1% de la energía consumida anualmente y desde entonces se alertó sobre los posibles daños a la salud o alteración en los ciclos de sueño.

Algo de historia al respecto: Implementado después de la segunda guerra mundial en algunos países de Europa para ahorrar energía, el cambio de horario resulto mucho más efectivo en países fuera de los trópicos.  Es por ello que el ahorro de energía eléctrica en países tropicales es mucho menor que en países como EE.UU. y Canadá, así como la mayoría de los países europeos. En Sudamérica sólo algunos estados de Brasil y la totalidad del territorio chileno lo aplican actualmente y el resto del subcontinente lo ha utilizado alguna vez, pero actualmente no lo utiliza.

Lo anterior demuestra que sólo los países industrializados al norte del trópico de Cáncer lo mantienen, pero ni Rusia ni China, que ocupan buena parte del hemisferio norte lo utilizan. De este hecho se puede inferir entonces que la aplicación del horario de verano en México, desde 1996, no es más que una muestra más del sometimiento de este país a la economía mundial. La luz solar es un alimento, tanto para las plantas como para los seres humanos. Para éstos últimos no sólo proporciona el calor necesario para sobrevivir y para reproducirse, sino que además genera el equilibrio emocional indispensable para hacer la vida más llevadera. La actividad humana está regulada por el sol, tanto en el día a día como en la sucesión de las estaciones del año, sobre todo en las zonas rurales, organizadas en función del ciclo agrícola. Modificarlo afecta necesariamente todos los ámbitos de la vida social de una manera tan sutil que muchas veces ni nos damos cuenta de sus efectos.

El domingo 6 de abril dio inició el horario de verano, el cual nos impone el gobierno federal con el mencionado argumento de que ahorra energía, aunque este supuesto ahorro no se refleje en su recibo de luz. El que quiera creerlo que lo crea, pero lo que queda claro es que todos estamos batallando para ponernos a tono, adelantando una hora nuestros relojes. Si bien mover la manecilla del reloj no implica ningún esfuerzo, hay que considerar las consecuencias.

¿A poco no le cuesta más trabajo levantarse en la mañana? Anda uno todo el día adormilado y en la noche, a la vuelta y vuelta en la cama porque si se acuesta a las once, en realidad son las diez y el cuerpo no se deja engañar tan fácilmente. Esto sin mencionar que a las siete de la mañana apenas empieza a salir el sol y como que nuestro reloj interno no entiende nada. Hay que levantar a los niños con grúa para ir a la escuela y obligarlos a desayunar, porque el apetito anda por otro lado. Cabe la pregunta ¿Cómo impacta el horario de verano en el rendimiento escolar de los niños? ¿Será que después de una semana nos acostumbramos y todo vuelve a la normalidad?

La cosa empeora cuando llega la hora del aperitivo y la botana; como que no sabe igual. Los parroquianos se miran desconcertados porque la plática no agarra fuerza y el cantinero se lamenta con la baja del consumo y la modorra prevaleciente. Al salir de la chamba todavía es de día y las consabidas actividades clandestinas echan de menos la complicidad de las sombras nocturnas. En suma, tal vez el ahorro de energía no sea significativo pero el esfuerzo para acomodarnos al nuevo horario sí que lo es. Al final de la jornada, cuando se está tratando de conciliar el sueño, uno se consuela pensando en que el cuerpo se acostumbrará al nuevo horario, aunque sin olvidar que dentro de siete meses habrá que sufrir lo mismo, cuando volvamos al horario normal.

A la par de semejantes cavilaciones no queda más que asumir que los ciudadanos perdemos, poco a poco, el control de nuestra vida cotidiana en aras de un supuesto bienestar colectivo, que en el fondo sólo beneficia al gran capital, que unifica horarios para reducir costos y aumentar sus ganancias. Que el gobierno federal le importe un comino el efecto sobre la vida de sus ‘representados’ no es ninguna novedad. Todos los días nos demuestran para quien trabajan, al mismo tiempo que nos inundan con spots publicitarios para persuadirnos de los supuestos beneficios de sus políticas. Sin embargo, no hay más remedio que aceptar que adelantar el reloj una hora no es más que una clara expresión de la dominación a la que estamos sometidos por los dueños del dinero.