Esta mañana México y el mundo nos levantamos con la noticia de que Fernando Valenzuela perdió en el juego de la vida. La leyenda del beisbol tenía 63 años de edad. Quiero compartir dos anécdotas: 1.- En los albores de los 80s, acompañado de mi hermano Gerardo, tuvimos la oportunidad de verlo pichar en el Dodgers Stadium, de Los Ángeles, California. Fuimos testigos de sus dos triunfos en ese majestuoso e impresionante estadio. El Toro empezaba a escribir su propia historia, triunfos y grandes hazañas que lo convirtieron en gran ídolo y nació la Fernandomania. En poco tiempo ganó premios y logró dos campeonatos en la LMB. Lanzó dos mil 930 entradas; 173 victorias; dos mil 074 ponches; 113 juegos completo y 31 blanqueadas. 2.- 16 de septiembre. Al estadio Revolución, por esos mismos tiempos, fue invitado de honor y lanzó la primera bola de un torneo que iniciaba. Ese día, corrida de toros organizada por el empresario Jaime Cantú Charles. Nos otorgó un palco donde nos acomodamos mi hermano Gerardo, el maestro Humberto Gaona y yo. De repente, se me acerca el novillero Arturo Gilio Handam, con papel y pluma en mano dice: «Me hace el favor de darme un autógrafo». Vaya cosas… me confundió con Fernando. Esa tarde, Arturo cortó orejas y rabo. Pueblo de Etchohuaquila, Sonora, gracias porque en ese pueblo se parió a uno de los mejores pitchers de la historia. No fue entronado al salón de la fama ubicado en Nueva York porque lo grillaron. pero le abrieron las puertas en el salón de la fama latino. El Toro se lleva a la tumba su scrawball, que le permitió dominar a todo tipo de peloteros. Descanse en paz.
